jueves, 1 de octubre de 2015

El origen de la palabra marihuano



 Juan Pablo García Vallejo

*Nieto de indígenas idolatras
**Hijo de léperos...así nace este personaje urbano.

El uso folclórico de la marihuana entre las clases subordinadas (indígenas, negros mestizos) fue por tres siglos (XVI-XIX) sólo una mala costumbre (1) para la élite española, política y religiosa. Esta planta asiática se asimilo inevitablemente a la farmacopea indígena de varias etnias: tepehuas, otomíes, nahuas, tepehuanes, coras, etc.

 Dice el Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana: “El hecho es que la planta fue aceptada en las farmacopeas nativas con un significado que abarca desde un simple recurso más en el tratamiento de algunas enfermedades (V. reuma), hasta una deidad encarnada en la planta o elemento importante para poder entrar en contacto con los dioses.” Esto está muy bien, pero también este Diccionario tiene sus limitaciones, como si nunca hubiera existido un mestizaje: “Resulta difícil explicarse cómo una planta foránea ha pasado a convertirse en todo un elemento religioso.” Esto ya lo resolvimos en La disipada historia de la marihuana en México 1492-2010 (2).

 El personaje urbano del marihuano aparece públicamente hasta el México Independiente, después de 1821. ¿Pero nos preguntamos por qué no antes? Primero porque antes era una blasfemia, un tabú, decir marihuano y marihuana. Se percibía de otra manera al marihuano.

Para entender esto, es decir, el cambio de mentalidades sociales, retomaremos a Octavio Paz: “En toda sociedad funciona un sistema de prohibiciones y autorizaciones: el dominio de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer. Hay otra esfera, generalmente más amplia, dividida también en dos zonas: lo que se puede decir y lo que no se puede decir. Las autorizaciones y las prohibiciones comprenden una gama de matices muy rica y que varía de sociedad a sociedad. No obstante, unas y otras pueden dividirse en dos grandes categorías: las expresas y las implícitas. La prohibición implícita es la más poderosa; es lo que por sabido se calla”, lo que se obedece automáticamente y si reflexionar. El sistema de represiones vigentes en cada sociedad reposa sobre ese conjunto de inhibiciones que ni siquiera requieren el asentimiento de nuestra conciencia.”

Así, en la Colonia la palabra marihuana y marihuano será parte de lo que sabe pero no se dice, un tabú social. Y en la sociedad secular del siglo XIX, será percibido como un problema de salud pública.

 Un segundo elemento importante a considerar es que desde la cultura popular además del estereotipo del marihuano digamos clásico, desde dos siglos antes nosotros encontramos una quincena de consumidores de cáñamo y marihuana como los marineros, los esclavos negros, los indígenas (como decimos arriba), las hierberas indígenas, las hechiceras mulatas, las alcahuetas, los léperos, los vaqueros negros, los arrieros mulatos, los jesuitas ilustrados, los catrines. Muchos de ellos la consumen por riesgo de trabajo, no por evasión ni vicio. Esto lo expuse en el Americannabis, hace tres años. (3)

 Decimos que la palabra marihuano se volvió más conocida en la etapa del México Independiente, a través de la prensa. ¿Por qué afirmamos esto?

 Primero porque el incipiente desarrollo de la promoción de las drogas en el capitalismo, como mercancías deseables de consumo, necesito de un conjunto de nuevos saberes y la competencia entre ellos: la prensa, la criminalística, la medicina, la química. Por el momento nos quedamos con la prensa, pues sustituye el control social en la sociedad secular moderna que perdió de alguna manera la Iglesia católica, y desde entonces conforma las formas sociales de pensamiento y comportamiento cotidiano de los diversos sectores sociales.

 Así decimos que el origen de la palabra marihuano se da en el contexto de la cultura popular, que de todas formas será de uso marginal por sus consumidores populares y por el contrario el marihuano, como estigma social excluyente, será utilizado por la clase media urbana -la gente de bien y buen gusto- para controlar a la masa de léperos y catrines en la ciudad de México.

 Marihuano era un rasgo del desprecio que tenían las clases profesionistas con los pobres, como nos explica historiador de las drogas Richard Davenport, pues que eran consideradas las clases peligrosas capaces de desestabilizar la paz social bastante endeble. Es al fin de cuentas su uso es una forma de dominación social y cultural, al considerarlos como bárbaros o salvajes.

 Es hacia la década de 1830, que comienza un incipiente auge de la nota roja en la prensa metropolitana, en que aparece la figura del marihuano como potencial monstruo social y de aquí nace el desprecio clase mediero de los liberales y conservadores (4). Está por averiguarse en que periódicos apareció, pero eso lo harán otras gentes por mí. Pero no es sino hasta el año 1855, que el progresista periódico Siglo XIX, la instituye como una sección fija en sus ediciones cotidianas, e invita a sus colegas de otros periódicos a imitar esta nueva fuente informativa para prevenir el delito entre la población.
 En segundo lugar, el marihuano es el resultado del cambio en el uso de la marihuana, de un uso ritual-medico discreto y rural en tres siglos pasa en el siglo XIX a un consumo recreativo y urbano, en la cultura plebeya del escándalo y en los principales centros de reunión, pulquerías y baños públicos, de toda una galería de léperos y catrines.

 Se difunde primero en los periódicos, como ya mencionamos, aunque la mayoría de la población era analfabeta, eran bastantes en la ciudad de México y luego será un concepto patológico o criminalístico de novedad en la literatura médica, pero sólo para una minoría de médicos, hasta el año de 1859.

 Luego, con la apertura de la Cárcel de Belem, en 1862, la Mansión del horror, donde se institucionaliza el contrabando de alcohol, sexo y marihuana, con la complacencia de las autoridades, el marihuano se vuelve un término común de la contracultura carcelaria y su autogobierno, una palabra común de la geografía de la pobreza, de los bajos fondos de la sociedad.

 Treinta a los después, el joven periodista Heriberto Frías ingresara a la Cárcel de Belem para escribir una serie de crónicas de este submundo social. Escribe El nahual (mayo de 1895), El poetastro de los pericos (junio de 1895) y El marihuano (junio de 1895). Desde entonces, el marihuano ha sido un adjetivo muy profuso en los titulares de los periódicos para señalar a los personajes de la nota roja e inclusive la Iglesia Católica dice que ya vivimos en una Ciudad de México pacheca, con la descriminalización de dosis personal.

 Y quiero finalizar problematizando todo esto ¿Por qué se habla del marihuano y no de la mujer marihuana? Simplemente porque una vida de adversidades, violencia y disipación moral en la diversión eran completamente monopolio de los hombres. Las marihuanas aparecerán hasta la Revolución mexicana y todavía más hasta el siglo XXI en que hay más pachecas que olvidan que antes fumar marihuana solo era cosa de marihuano Pero la siembra, cultivo, distribución era de las mujeres, pero eso es otra historia.
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 l.- Sobre el momento histórico y cultural de nacimiento de la palabra marihuana ver mi ensayo La invención de la marihuana, Eterno Femenino Ediciones, Texcoco, 2014.
 2. Juan Pablo García Vallejo, La disipada historia de la marihuana en México 1492-2010, Eterno Femenino Ediciones, Texcoco, 2010.
 3.- Juan Pablo García Vallejo, Galería de consumidores de cáñamo, marihuana, cannabis y otras yerbas, Texcoco, 2013. En esta contiene a más de 80 personajes consumidores de marihuana muy distintos del clásico y marginado marihuano.

 4.- “La marihuana no apareció en el siglo XIX” en gacetacannabicablog.spot 5 de febrero de 2014.

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